lunes, 8 de noviembre de 2010

FRAGILIDAD


Si necesito escucharte,
necesito sentirme tenida en cuenta.
Si necesito abrazarte,
necesito caricias.
Si necesito no gritarte,
necesito tu cuidado, que no me grites.
Si necesito aceptarte,
necesito sentir que te gusto.
Si necesito entenderte,
necesito sentirme entendida.
Si necesito ser dura,
necesito no sentirme vulnerable,
que no me hagan daño.

Y así, mi historia re-aparece, cuando me relaciono contigo. Estaba olvidada en el rincón, temerosa que alguien la viera.
Y en la resistencia del contacto existo, existes, te siento, me siento, y encuentro un lugar donde mirarme, donde cobijarme y donde poder ser cobijo.
El disfrute de sentirme apoyada, de sentirme apoyo, puede ensombrecerse por el recuerdo del miedo a ser lastimada de nuevo,
¡Ay, la fragilidad de las heridas¡
Y puedo llegar a tapar la necesidad de afecto con mi orgullo.
Y en esa confusión, pierdo la oportunidad de saciar el hambre de mi piel.
¡Qué inoportuno es a veces el orgullo!