Gotas de dolor, lágrimas de rabia, esencia de impotencia, aroma de soledad.
Una niña que se pregunta ¿porqué? Su pregunta se queda sin respuesta.
Sus ojos buscan la aceptación y esperan una mirada que responda a su llamada.
En vano, espera, y espera, y se esfuerza, prueba aquí y allá,
siempre hay algo que mejorar, revisa y repasa donde puede estar el fallo.
Consigue por fin, o eso parece, corregir cualquier fisura.
Pero la mirada del apoyo, como ella espera, no llega.
El tiempo pasa y la niña ya no es tan niña.
La mujer en la que se ha convertido ha recogido el testigo,
y sigue con el agotador trabajo de buscar un imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario