viernes, 16 de octubre de 2009



A veces la muerte llega sin esperarla,
como un tornado .
Destruye lo construido y se lleva lo más querido.
Luego, ya nada es igual.
La vida sigue, el sol se pone y al día siguiente
vuelve a salir con la misma intensidad,
a la misma hora.
Los pájaros cantan su salida y
yo me siento perdida, sin rumbo.

Ese silencio que queda tras su partida,
lo contiene todo.
La gente, los amigos, la familia,
hablan en susurros.
No quieren sentir el escalofrío
que produce el eco del silencio de la muerte.

2 comentarios:

  1. Estoy leyendo un libro titulado la "geografía de la felicidad", donde el escritor habla de lo necesario de que en la vida hayan cosas malas, duras y dolorosas, porque según dice y según demuestran algunos estudios, sólo así se disfruta de la felicidad. Como teoría está muy bien, pero la realidad es mucho más jodida, y frente a la muerte yo también me siento totalmente perdido.

    Un abrazo muy fuerte para tí Amaparo, y otro más para Antonio. Te envio energía positiva desde la playa.

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  2. Querida Amparo, me has sorprendido muy gratamente otra vez con tus palabras en mi blog ...
    La frase que me apuntas y que dices que a veces se te olvida es preciosa. Seguro que yo también dejaré de recordarla muchas veces pero cuando la retome me reconfortará.
    Gracias. Un beso muy fuerte.
    Hasta muy pronto.

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