lunes, 8 de noviembre de 2010

FRAGILIDAD


Si necesito escucharte,
necesito sentirme tenida en cuenta.
Si necesito abrazarte,
necesito caricias.
Si necesito no gritarte,
necesito tu cuidado, que no me grites.
Si necesito aceptarte,
necesito sentir que te gusto.
Si necesito entenderte,
necesito sentirme entendida.
Si necesito ser dura,
necesito no sentirme vulnerable,
que no me hagan daño.

Y así, mi historia re-aparece, cuando me relaciono contigo. Estaba olvidada en el rincón, temerosa que alguien la viera.
Y en la resistencia del contacto existo, existes, te siento, me siento, y encuentro un lugar donde mirarme, donde cobijarme y donde poder ser cobijo.
El disfrute de sentirme apoyada, de sentirme apoyo, puede ensombrecerse por el recuerdo del miedo a ser lastimada de nuevo,
¡Ay, la fragilidad de las heridas¡
Y puedo llegar a tapar la necesidad de afecto con mi orgullo.
Y en esa confusión, pierdo la oportunidad de saciar el hambre de mi piel.
¡Qué inoportuno es a veces el orgullo!

domingo, 20 de junio de 2010

EL APOYO DEL ENTORNO


El apoyo mutuo o ayuda mutua es un término que describe la cooperación, reciprocidad, intercambio recíproco y voluntario de recursos, habilidades y servicios por un beneficio mutuo entre ambas partes.

Cuando nacemos, lo habitual es que el apoyo lo encontremos en mi familia: mis padres, abuelos, tíos... sobre todo en la madre.

Cuando crecemos el entorno sigue haciendo su trabajo y la familia, sobre todo los padres, se encargan de educarnos, de transmitirnos sus experiencias y creencias, a veces en forma de consejos, otras en forma de castigo y otras muchas en forma de mandatos.
A la vez, vamos construyendo nuestro grupo de amigos-as que colaboran en contrastar este apoyo-educación que vamos recibiendo de la familia, aportándonos diferentes puntos de vista. Observamos que su entorno familiar es tan distinto al mío... o tan parecido...

Y así, poco a poco, cuando llegamos a la adolescencia, este apoyo se puede haber desplazado, en parte, fuera del entorno familiar y encontrarse en el grupo de amigos y amigas, en profesores...

Cuando somos adultos el apoyo principal puede ser mi pareja, mi familia, mi trabajo, mi entorno social, mis amigos....
Y aquí puedo empezar la cadena de nuevo, teniendo hijos, sobrinos... de los cuales yo soy su apoyo. Y así entre el apoyo que recibo y el apoyo que yo ofrezco, vamos construyendo la vida, madurando y haciéndonos mayores.

Un día, me doy cuenta de que mi familia ya no es lo que era. Mis padres pueden haber desparecido, o mis hermanos tienen su apoyo en otra familia, mis hijos también. Puede que ya no tenga pareja o nunca la haya tenido, y que esté solo o sola.

Y pienso que siempre me queda la opción del auto-apoyo, que suele ser un recuerdo evocado de un apoyo recibido del entorno, que me las tengo que apañar yo, que no puedo contar con nadie, que sólo me tengo a mí...

Pero lo que nos hace sentir vivos es el apoyo real. Durante toda la vida hemos estado construyendo una familia afectiva, que unas veces pueden coincidir con la familia de origen, otras veces tengo las dos, y otras sólo una.
Esta familia afectiva suele estar formada por amigos, vecinos, la dependienta de la panadería a la que voy todos los días y que me conoce tanto o más que mi familia, a la persona que pasea un perro y que me saluda todos los días, a la que me vende el periódico que me guarda todos los domingos, al del bar de la esquina, que sabe cómo me gusta el café y no tengo que explicarle cada vez mis manías...
Esa familia que cada día va permitiendo que yo esté abierto o abierta como una flor, que pueda disfrutar del sol, del aire, de la lluvia, y que me permite apoyarme en ella, cada instante de mi vida, y que por la cual, mi vida está plena y vale la pena vivirla.
Gracias a esta familia de la cual yo recibo apoyo y a la cual colaboro en un beneficio mutuo.
Un bonito juego en el que todos ganamos.

lunes, 31 de mayo de 2010

Todos los candados juntos


Todos los amores juntos
Todos los controles juntos
Imitamos aquello que aprendimos de pequeños
y que, por ser conocido, nos hace sentir seguros.
Limitamos lo que no queremos perder.
pero como dice Jorge Drexler en su canción:
"Sólo se retiene lo que no se amarra"
Encadenar, asegurar, atrapar..
¿Cabe el amor, el vínculo, en un candado?
¿o lo que cabe es la ilusión de que vivirá para siempre?
Encuentro una respuesta a mi pregunta:
si imagino las parejas que han podido colocar su candado,
me doy cuenta de qué importantes son uno para el otro
para dejar la señal de su amor de esa forma.
¡La búsqueda de la trascendencia!
Busco ser visible, estar presente, dejar huella en el otro,
para no ser invisible, transparente, insignificante.
Ser ignorado es una de las peores caricias que se pueden recibir.
Me quedo con los candados y con el amor que destilan.

miércoles, 12 de mayo de 2010

LAS RELACIONES



Si mis relaciones
son relaciones de poder,
si enfrento mis dificultades,
o si miro los obstáculos,
desde una perspectiva
desde arriba o desde abajo,
y me siento pequeña, incapaz...
o la más poderosa y grande,
el resultado
puede ser una visión
parecida a la de esta puerta
o la de este candado.
Así, el corazón puede sentirse
encerrado, aplastado,
reprimido, ahogado, solo...

O puedo vivir relaciones igualitarias.
donde el poder es compartir,
donde no hay vencedor ni vencido.
Donde la relación se construye
"entre"
y no "contra".
Y el corazón puede expresar
sus sentimientos,
sin juicio, sin reservas..
Yo elijo: responsabilidad o culpa.
La responsabilidad
me proporciona libertad
y me acerca al otro.
La culpa me destierra
a la cárcel, me aísla.
Independientemente
por lo que opte,
en cada elección,
tengo la oportunidad
de experimentar,
de sentirme VIVA.
De crecer...

martes, 20 de abril de 2010

CARPE DIEM

El sol abraza mi cuerpo de 50 años
y sonrío a la primavera.
¡Gracias por haber llegado!
La primavera y mi cumpleaños.
Medio siglo me da derecho,
por lo menos,
a pensar como yo quiero,
a vestir como yo quiero,
a que no me importe
lo que los demás piensen de mí.
A disfrutar de la vida,
vestida de morado.
Vivir el presente,
mirando hacia donde quiero ir,
y sabiendo de donde vengo.

Y para esta ocasión especial, comparto
el poema de la poetisa inglesa Jenny Joseph (1932).

ADVERTENCIA

Cuando sea mayor, me vestiré de morado
con un sombrero rojo que no combine,
y que no me quede bien.
Y gastaré mi pensión en coñac
y guantes de verano y sandalias de satén,
y diré que no me llega ni para mantequilla.

Me sentaré en la acera cuando esté cansada,
devoraré muestras gratuitas en las tiendas
y apretaré los botones de alarma.
Con mi bastón meteré ruido
en las verjas de los edificios
y así me desquitaré de la moderación de mi juventud.

Saldré a la calle cuando llueva en zapatillas,
cortaré flores en jardines ajenos
y aprenderé a escupir.

Extravagantes blusas podré llevar
y un kilo y medio en embutidos devorar
o pasarme una semana comiendo sólo pan y pepinillos,
y guardar cajas llenas
de bolígrafos, lápices y posavasos y cosas.

Pero ahora debo vestir de forma adecuada,
no decir palabrotas y pagar el alquiler,
debo dar buen ejemplo a los niños,
invitar a cenar a mis amigos
y los periódicos leer.

Y sin embargo ¿ no debería practicar un poco desde ahora?
Para que la gente que me conoce y que me quiere
no se escandalice demasiado ni se sorprenda
si cuando yo sea vieja
me visto de morado ¡de repente!

Jenny Joseph

sábado, 16 de enero de 2010


Expresar los sentimientos
es uno de los mejores
ejercicios para el alma.
Y si además lo comparto
con los demás, amplío
su efecto beneficioso.
El único problema...
es el pudor de sentirme desnuda
y no saber delante de quién...


Sentí la soledad
Quise abrazarte
Sentí el silencio
Quise hablarte
Sentí el amor
Quise amarte
Pero no estabas
Abrí los ojos
Y ahí estabas
Tanto tiempo,
A tu lado
Instantes sin ti
Te perdí
En un sueño
Te deseé
En la realidad
Te escapaste
Entre mis dedos
Y me desperté...
...en la verdad.