miércoles, 8 de junio de 2011


Gotas de dolor, lágrimas de rabia, esencia de impotencia, aroma de soledad.
Una niña que se pregunta ¿porqué? Su pregunta se queda sin respuesta.
Sus ojos buscan la aceptación y esperan una mirada que responda a su llamada.
En vano, espera, y espera, y se esfuerza, prueba aquí y allá,
siempre hay algo que mejorar, revisa y repasa donde puede estar el fallo.
Consigue por fin, o eso parece, corregir cualquier fisura.
Pero la mirada del apoyo, como ella espera, no llega.
El tiempo pasa y la niña ya no es tan niña.
La mujer en la que se ha convertido ha recogido el testigo,
y sigue con el agotador trabajo de buscar un imposible.

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